El Economista

09/06/2014

Redacción

Existen una amplia variedad de estrategias que pueden aplicarse a la hora de seleccionar alternativas de inversión. Enfocarse en compañías de alta calidad puede ser una metodología relativamente simple pero muy efectiva para generar sólidos retornos y mantener los riesgos del portafolio en niveles acotados.

Las diferentes estrategias de inversión tienen sus matices y amplios puntos de contacto, por lo tanto, no pueden realizarse divisiones completamente objetivas y tajantes entre las diferentes metodologías que se aplican a la selección de activos. Sin embargo, existen algunas características diferenciales que son más pronunciadas en algunos casos.

Los inversionistas de crecimiento, por ejemplo, suelen invertir en compañías altamente innovadoras, con ventas en rápida expansión y atractivas oportunidades de mediano plazo. Los inversionistas de valor, por otro lado, muchas veces se posicionan en activos que consideran subvaluados debido al excesivo pesimismo de mercado.

El factor central a tener en cuenta en las inversiones de calidad es la solidez y fortaleza del negocio desde el punto de vista fundamental. Lo que buscan los inversionistas de calidad es estar seguros de que la empresa va a poder seguir incrementando sus ventas y ganancias en el largo plazo, es decir, que el valor del activo aumentará en el tiempo.

La calidad de una empresa debe analizarse desde diferentes ángulos, no solo en base a las variables financieras y los estados contables de la compañía, sino también teniendo en cuenta aspectos cualitativos que hacen a la solidez del negocio y su equipo de gestión.

En cuanto a las características cualitativas del negocio, resulta vital que cuente con fuertes ventajas competitivas, es decir, herramientas para protegerse de la competencia. Las ventajas competitivas pueden basarse en factores de escala, una marca diferenciada o patentes sobre diferentes tecnologías, por ejemplo. De hecho, es habitual que las empresas de alta calidad combinen diferentes clases de ventajas competitivas al mismo tiempo.

La idoneidad de equipo gerencial de la compañía es otra de las variables importantes a tener en cuenta. En general es deseable contar con directivos que tengan una amplia trayectoria de éxito en la empresa, esto garantiza que conozcan la cultura y dirección estratégica de la misma, evitando así cambios de rumbo abruptos o inesperados.

Es importante tener en cuenta que estos factores se ven reflejados en el retorno de los activos a largo plazo, es decir, con el correr de los años. Por lo tanto, los inversionistas de calidad suelen tener una actitud paciente y una mentalidad estratégica a la hora de gestionar sus posiciones.

Podría decirse que el inversionista de calidad toma sus decisiones de compra en base a consideraciones similares a las que podrían tenerse en cuenta para invertir en un negocio real, a diferencia de las operaciones de corto y mediano plazo que muchas veces son las más habituales en el mercado bursátil.

Las empresas de alta calidad suelen operar en sectores de bajo riesgo como salud, servicios públicos o consumo. En general se trata de empresas tamaño considerable, con una alta participación de mercado y un saludable grado de diversificación, tanto geográfica como en cuanto a su portafolio de productos. Esta clase de acciones, entonces, son menos vulnerables ante los posibles efectos de una recesión o una crisis económica.

La solvencia financiera es una variable clave a tener en cuenta a la hora de analizar la calidad de una empresa. En ese sentido resulta fundamental que la compañía presente niveles de deuda moderados.

Además, es importante que la firma cuente con una buena trayectoria de generación de flujos de caja que garantice su solvencia, resulta ilustrativo analizar la evolución de los flujos de caja en períodos de complicaciones económicas para evaluar la fortaleza de la firma ante esos escenarios.

Las acciones de alta calidad suelen tener además una buena trayectoria de pagos de dividendos y recompra de acciones, lo que demuestra que las ganancias son transparentes y que el negocio genera el efectivo suficiente para financiar sus operaciones y además distribuir fondos a sus accionistas.

Altos márgenes de rentabilidad también suelen ser una característica común de estos negocios, ya que habitualmente tienen la capacidad de sostener las ganancias a pesar de posibles aumentos de costos o caídas de precios en los productos.

Las inversiones de calidad no son generalmente las que brindan retornos más explosivos a corto plazo, sin embargo su estabilidad es muy valorada durante períodos de volatilidad en los mercados.

Además, dado que el inversor cuenta con un alto grado de confianza en la fortaleza del negocio, los períodos de caída de precios muchas veces son interpretados como oportunidades de compra para incrementar posiciones a precios más convenientes, y esto ayuda a maximizar las ganancias a largo plazo.